La hebra en la tela

Flavio Hugo Ruvalcaba Márquez es mexicano y Doctor en Derecho. Ha cultivado los géneros de novela, cuento, ensayo, poesía y crónica cultural. Es autor de las novelas El descanso del cambio, Las alas del árbol y La purísima desnudación de las notadas. La crónica cultural se ha reunido en la obra La lupa de Dalí. Su tesis doctoral se denomina Los dogmas y tabúes como fuentes del Derecho. Ha publicado poesía bajo el título La hebra en la tela. flamarel-8@hotmail.com

Monday, November 26, 2018

LA NOCHE Y EL TIGRE


                     La noche ruge
              y le responde un tigre
                    desde la lumbre


                               *

LA LUNA ESCRIBE


Hosco de mí, contrito como un lobo
veo en lo alto tu pálida blancura
sémola de luz, la sólida llanura
hace de mí un árbol en arrobo.

Túnica blanca, ático de los días,
gis que de noche pulsa la escritura,
llegan los signos, almas en la altura,
leo tu palabra en sánscritas grafías:

Sola no estoy ni soy sólo reflejo,
siglos y siglos sé de la locura,
ánfora láctea, diosa, hábil conejo.

Todo eso soy y no soy en mi ventura
siendo al amor también un dual espejo
hago que amen y besen con ternura.


                             *

Friday, November 23, 2018

EL PÁJARO Y LA LAGARTIJA


En el exótico juego del otro yo que quisiera
si no fuese lo que soy, un ser humano,
cuando fui niño y luego un joven de buen sueño
que antes de pronto se derritió en adulto,
no había sombra de duda ni recambio:
de no ser hombre quisiera ser un pájaro.
Porque los pájaros vuelan y el canto los imita.
Porque toda la filosofía cabe en sus alas.
Porque tienen el aire, el Sol, los árboles
y una magna libertad insuperable.
Mas es el caso que ya no soy un niño;
he llegado a la edad que lo contempla todo
y ha cambiado mi yo y el yo quisiera:
el pájaro que imaginé también voló.
Hoy prefiero ser, en esa expectativa,
una tornasolada y larga lagartija.
¿Qué fue lo que pasó para este cambio
que a mí mismo me tiene sorprendido?
Con franca reflexión comparto la respuesta:
De no ser yo el que soy y otro ser fuera
ya no me veo en pájaro sino en vil lagartija
porque un ave tiene alas, sube al aire,
deja la tierra abajo y vuela hasta cansarse,
pero los pájaros no resisten la mínima piedra.
En cambio, siendo una lagartija,
una tornasolada y larga lagartija
que nunca deja de tocar el suelo
como un imán que nos engarza y aprisiona
no es prisión para mí, pues yo tengo conciencia
y soy el poderoso, el dueño profundo de la Tierra
en toda su redondez que mis brazos abarcan,
la trabajo y de sus frutos me alimento;
y lo mejor: ante el tino de las piedras tengo escamas,
me defiendo, me disfrazo, me reconstruyo
como cambian los dientes de los niños.
Si revisamos con perspicacia lo que me ha sucedido
en todos estos años de infancia, juventud, edad adulta
sin dejar de ser el humano que soy
he sido el águila que de vez en cuando
volaba entre las nubes con mis planos a cuestas,
altivo y orgulloso, incluso veloz a contra viento,
pero en el balance de las sumas y las restas
he terminado indefectiblemente siendo
una tornasolada y larga lagartija de retoños
en partes destruidas por la piedra del tiempo
que vuelven a crecer, porque la vida es eso
                perder ante la náusea
                       partirse en la tristeza
            cicatrizar el alma
                   volver sobre la ruina.
Fui yo, un hombre y un pájaro, el otro,
el que quise ser, mi personal deseo,
y al convertirme en ave me vi volar desde mi vuelo
y supe que era frágil a las piedras
y vomité los cólicos del vértigo.
Ahora soy mi yo definitivo,
una fortaleza, un fundamento.
Los años me han cambiado, no soy el mismo.
Tuve el coraje de amurallar la piel, de camuflarme,
las piedras que me alcanzan ya no pesan,
las heridas sanaron, no me rendí, estoy entero
con mi largo cuerpo tornasol de lagartija.
Soy los retoños que recicla el tiempo.                                      


                                     *

LA NOCHE CABALGA


                          Oigo la noche
      cabalgando en el sueño
             a buen galope


                         *

Wednesday, November 21, 2018

LA CAVERNA


La magia simpatética,
tal como la definió James Frazer
en los muros de La Rama Dorada,
es la honda y oscurecida cueva
donde un mago dibuja un unicornio
para darle vida
y no sentirse solo.

La filosofía es esa caverna de Platón
pero sin las sombras de los hombres
proyectadas por la llama de la hoguera,
donde en medio de la ruda oscuridad
enteramente a ciegas
el filósofo busca un unicornio,
a tientas.

El idealismo es la misma oquedad
donde Hegel intenta convencernos
que el amplio mundo material,
éste que toco y veo,
no existe,
que la Idea lo es todo
y que Alguien afuera está soñando
un unicornio.

El solipsismo es la caverna
que agrupa el tiempo y el espacio
en la conciencia omnímoda del solipsista
donde están los tangibles unicornios
en la misma dehesa de las cosas,
que solamente viven
en la mente creadora.

El materialismo es esa enorme cueva
que abarca todo el Universo
en la que no existen unicornios
ni pegasos, dragones o fantasmas
ni cualquier otra entelequia
que no sea comprobada
por la ciencia.

La religión es este antro,
la misma oscuridad impenetrable
donde un hábil ventrílocuo,
sagaz y carismático,
imita los relinchos
del Gran Unicornio,
que nadie ve ni verá ni ha visto.

La ciencia es la luciérnaga
que débil y humilde parpadea
de tiempo en tiempo,
de risco en risco,
iluminando con su pequeña tea
un escaso milímetro
de una gruta inmensa.

En este tosco y cavernario símil,
¿qué podrá ser la poesía?
La poesía... la poesía...
¡esa inútil vocación de Sor Juana!,
la más pobre de solemnidad,
la famélica y enclenque poesía,
la olvidada de todos los olvidos,
la enferma de tristeza todo el tiempo,
la miserable loquita contagiada
es la única, la única puerta
por donde a todas horas
todos los días del año
entra y sale, salta y vuela
el unicornio real
que habita la caverna.


                     *

Thursday, November 15, 2018

PERFECCIÓN


No importa lo que tus fieles amigas
murmuren a traspatio.
Si tienes los pies grandes,
una pierna más corta que la otra
y caminas como un ganso.
Si tu cintura perdió toda esbeltez,
es más ancha que la cadera
y estás con sobrepeso.
Si la edad echó a perder tu rostro
en un tanque de lejía,
el cutis no da para más
y urge mandarlo a cirugía
o a una sesión de magia negra
¡a quién importa!
Menos importa lo que opinen tus enemigas
por más exactas y sinceras
que pretendan ser:
una lechuza que espanta a los difuntos.
Importa más la opinión de tu madre,
que sigue viendo en ti
la niña con quien los ángeles jugaban.
Lo que realmente importa,
en verdad lo relevante,
es mi íntima convicción
exenta de hipocresías y de subjetivismos,
puntual y precisa,
sustentada sólo en hechos reales:
Tú eres, sin afeites ni maquillaje alguno
y sin exagerar,
una mujer perfecta,
un modelo insuperable
de los pequeños pies a la cabeza.
Perfecta en estatura,
en rostro,
en el color de cabello,
en el tamaño y redondez de tu busto,
en la elíptica forma de las piernas,
en la redondez de las rodillas y los glúteos
y en la divina proporción de la cintura.
Si pudiera verte un minuto por dentro
me enamoraría de tu páncreas.
Eres sublime y no porque te amo.
Eres perfecta porque así te dio la vida
un dios justo y bien intencionado,
ostensiblemente de buen gusto,
que estaba sin prisas ni berrinches ese día.
Y ese dios te hizo para mí
(no me lo explico)
que soy tan imperfecto.


                    *

EL PEÑÓN DE LAS AURAS


             Una cruz de caminos multiplica
   el negro ramal venteado por el Sol
                                      luego una curva
         sorbe las ruedas en el voraz descenso
donde el vado bebe el agua de la lluvia
                     y saltan los sapos al acelerar
para subir de nuevo a la llanura
    un verde que se cuece a fuego vivo
        los árboles eruptan óxido de clorofila
y los rústicos adobes campesinos
                                            las aldeas
practican un Morse de huizaches y avispas
          mientras otean El Milagro
                                 el Canal Grande
                           la Estancia de Mosqueira
peldaños que suben los estribos
       de una magna serpiente confundida
             que sorda serpentea de norte a sur
       en busca del poniente
                                                  peraltea
se afianza con las uñas a taludes de piedra
           y a un escape
                hasta alcanzar la cumbre
                en las gárgolas de Sierra Fría
        más lúcida que el Everest
alta como espuma de mar
       un nuevo mundo convulsiona
                           el ensueño
                                la imaginación
            el diario interés de libertad
 las ciudades las metrópolis el inframundo
y una fiesta de formas soflama al Universo
      la presa transgrede su baúl a los ojos
             su ínsula decreta
        el verdeabril como un cardenche
                                  una bandera
         un himno sinfín desmesurado
   las lomas del sur imantan a los dedos
con sus peñas y rocas coronarias
   el encino y el táscate alegres regurgitan
el esmeralda botín de un toro satisfecho
que ya regresa en sus dos rígidas ruedas
abandona el camino
se tiñe de maleza
hasta el pretil del abismo
que vuela hacia El Jocoque
y se posa como un barco
en las albas espumas
del Peñón de las Auras
 con su pálido excremento de los dioses
     como un altar que tramonta la prehistoria
y se ancla feliz en el azul
de su imperio circular indestructible.


                                *

PERDIDO


Cuando veo alrededor y estoy perdido
no lo estoy para siempre, no, amor mío.
A mi clamor de extraviado tu respuesta
llega de cada dirección del planeta.
Cuando estoy triste, confusamente triste,
el mantra de tu estro llega a nutrirme
y recobro la cazuela y el aliento
para vivir esta vida mientras muero.
Cuando veo alrededor y estoy perdido
no lo estoy tanto, no, lejano amor mío.
Tu cuerpo de delfín es siempre el mapa
que me lleva de la mano hasta mi casa.
Tu doble rostro de diosa y de mujer
es un faro encendido al anochecer.
Cuando estoy solo, dolientemente solo,
la compañía del amor lo llena todo
y hace el milagro de volverme al mundo
y olvidar los estragos donde sufro.
Cuando miro alrededor y estoy ausente
nunca lo estoy tanto, no completamente,
pues sabemos que mis casos de ausencia
son una visita a tu malva existencia
en el trigo automotriz del pensamiento
que conduce el astrolabio de tu cuerpo,
y que muero de anemia por falta de sal
si pierdo el numen de tu carnalidad.
Cuando veo alrededor y estoy perdido,
imploro a Dios que me encuentres, amor mío.


                           *

Monday, November 12, 2018

PARAÍSO


Si acaso alguna vez, helando el tiempo
o apenas destile este minuto,
del pavimento liso un surco amaneciese
y sorprendida sangre se viera al aire libre
mirando como un niño el mundo seco
mientras las ruedas de la moto encallan;
si acaso alguna vez, yo no lo quiera,
un tráiler comprimiese mi cerebro
o la curva del talud el puente desraizara
mientras crujen mis huesos como ardillas;
si acaso alguna vez, sólo si acaso,
en moto y de morir me difumino,
tres cosas les encargo por favor:
Primeramente
que tomen en cuenta, muy en cuenta,
que morir en una moto resulta privilegio
para un hombre que no tuvo enfermedades,
que repudió los analgésicos y las pastillas
y amó la Libertad en los caminos;
si muero así no muero triste
porque no estuve enfermo,
jamás me aburrí
ni tuve ocasión de arrepentirme,
y no me gustaría que la tristeza
fuera el adiós de un día tan memorable.
Lo segundo que ruego es que desistan
de buscar a quién echar la culpa:
ni el trailero dormido en el arnés del viaje
ni el árbol que apretó las rodillas
ni el borracho que puso a bailar la carretera
ni la lluvia mordaz
o la grava del bache en el aceite:
nadie excepto yo fue responsable
porque siempre fue mía la voluntad
de dos ruedas rodar contra natura.
El último encargo que les pido
(que puede ser en importancia lo primero)
es que acepten sin alegación
que al morir de motomuerte
se prueba sin dudas la existencia de Dios
pero también algo más importante:
que no lo dirige la venganza,
pues estaría premiando a la última de sus criaturas,
las más despreciable,
alguien que jamás se cansó de ningunearlo
y de decirle Nada,
invención de hechiceros, engaño colectivo,
fórmula crematística,
inútil entelequia de ignorantes.
Si al final de motomuerte muero,
ténganlo por seguro,
no solamente existe Dios:
hay Paraíso.


           *

SI AL DESPERTAR



Si al despertar sientes que no dormiste solo,
escribiste un día pero no lo entendí.
Ahora que ha transcurrido tiempo y soy el que te amo,
lo digo con una certeza indubitable:
si al despertar tú sabes que no dormiste sola,
que de la amplitud de la almohada
no te sobró ningún espacio
e hiciste de la noche un cobertizo,
es que realmente ni un minuto dejé de acompañarte
bajo las sábanas de lino blanco
y oyendo la lluvia desaguar en tu pecho.
Desde mi lejano país
de serpientes devoradas por águilas
supe volar a tiempo para que no durmieras sola,
para que tu sueño fuera perfecto y contundente,
vigilado,
nutricional,
libre de pesadillas y de preocupaciones.
Si al despertar tú sabes que no dormiste sola,
es verídicamente cierto,
científicamente correcto.
A tu nocturna invocación respondí de inmediato
y me salieron alas,
hice del continente un barrio
y fue como cruzar la calle y entrar por tu ventana,
eso sí, a hurtadillas y silenciosamente
para que nadie, nadie nos preguntara nada.
Si al despertar tú sabes que no dormiste sola,
yo te lo explico:
apenas me soñaste dejé mi quehacer para otra hora,
me puse los zapatos
y corrí y corrí hasta anclar en tu casa,
trepé por el árbol que besa los cristales,
me descalcé para matar el ruido
y me acerqué a tu lecho en la penumbra
donde yacías tan frágil y entregada
con las manos anidando las flores de tu rostro
y las rodillas dobladas hacia el buró,
tu vasito con agua y mi retrato
sobre la carpeta donde tienes la lámpara,
las zapatillas en desorden despintando la alfombra
y tu vestido de chifón en una silla,
con los dobleces
como si hubieras regresado de Cariló,
allí, al lado de menjurjes cosméticos
y de los broches que usas para el pelo,
pelirroja y beatífica,
tan candorosa en tu pequeña muerte
que de pronto sentí la extraña sensación
de que era yo quien te soñaba,
y reponiéndome
fui a tu cuidado apartando las sábanas
y te abracé,
te abracé tiernamente,
tiernamente para que siguieras dormida,
durmiendo y navegando
el paraíso profundo de silencios
como un ángel feliz en su domingo
mientras yo detenía la respiración, el pulso,
para no despertarte.
Cada vez que sientas a la noche triste,
hermosa amiga mía,
no te preocupes: sólo cierra los ojos y háblame,
mis brazos vueltos alas te arrullarán en un instante.
Y si al despertar imaginas que no dormiste sola
y piensas en mi nombre,
por favor no me llames,
no me despiertes,
déjame dormir un rato más,
hasta la tarde.
Si al despertar sientes que no dormiste solo,
escribiste un día, y ya lo entiendo.


                    *

Friday, November 09, 2018

NADA SABRÉ DE MÍ


Dentro de pírricos meses o minutos
que raudos se irán a perseguir las cabras
en silencio y vaporosamente;
con buena salud en unos años
que igual pudieran parecer milenios
que igual se fugarán como la tarde
vaporosa y silenciosamente,
ya no sabré que alguna vez nací.
Ignoraré del todo
que una mujer me regaló su centro
durante nueve húmedos meses
de los que no me queda pizca de memoria;
no tendré modo de saber
que del mullido algodón de su matriz
un escándalo en febrero y a deshoras,
un trajinar de palanganas y tijeras,
cambiaron mi cubil por un mazo de navajas
que sin piedad revolvió la habitación,
lo que sentí muy triste y me puso a llorar.
No sabré absolutamente nada,
nada,
de esta intermitente procesión de ideas
que me dan la cartesiana creencia
de que existo.
Se perderá para siempre mi conciencia,
que es el dedo que pongo sobre el mundo,
la alegría
y el recuerdo de las cosas,
de mis hijos,
de mis padres y abuelos
y de la mujer que al mediodía me amó,
sus cumpleaños,
las celebraciones, los sepelios;
se acabarán el buen apetito
y el placer de escribir, de trabajar,
de esta vida tan sana,
de maldecir los lunes;
terminará lo que algún día me preocupó,
y se olvidarán también los cien pecados
que no pude o no quise o no supe
dejar de cometer.
Tampoco recordaré
(no existe manera de saberlo)
la democrática fecha perentoria
en que la ruda combustión sea tanta
que pierda para siempre
la costumbre sutil de respirar.
Dentro de pocos años
o en este minuto de escritura,
en unos cuantos meses o segundos
que se irán vaporosos y en silencio
como todo silencio
seré sólo silencio,
el mismo silencio
que antes de nacer me sentenció,
y entonces ya nada,
nada,
nada sabré de mí.


                      *

ABRAZO O LA NOCHE ESTÁ SOLA


Tal vez hoy puedas devolverme aquel favor,
¿te acuerdas, amiga memoriosa,
cuando estaba lloviendo
y te sirvió mi abrazo y mi sombrilla?
No fue ningún favor pero así lo pensaste
y no es de caballeros contradecir.
Simplemente fui el hombre circunstancial
que te ayudó a cruzar la calle
una noche difícil, cenagosa.
Hoy, que llueve a cántaros,
puedes hacer algo por mí, amiga mía,
es muy sencillo:
sólo tienes que devolverme aquel abrazo.
Lo haremos de tal modo
que no sea mayor molestia
y no te quite demasiado tiempo
ni dejes de pensar en tus pendientes.
Lo describiré para que todo sea
tal como está previsto
y no vayas a decirte sorprendida:
al lugar que tú escojas
arribaré con anticipación;
tan pronto escuche el toc toc de tus tacones
abriré la puerta y sin decir palabra
mi mano derecha irá a tu espalda
y la izquierda atrapará tu cintura,
y al sentir que tus brazos me responden
yo, que soy el hombre que alguna vez
en lo más diluvioso de una noche
abrazaste y te abrazó,
reflexionaré que una mujer y un hombre
son seres diferentes,
muy diferentes en anatomía,
y esta verdad sin huesos hará volverme loco,
perderé la bondad, el equilibrio, la decencia,
me hundiré en una ponzoña articulada
y olvidaré mi nombre, el rostro de mis padres,
tu correo electrónico, mi dirección,
las tablas de multiplicar
y el símbolo químico del oxígeno;
apretaré tu cintura a mi pretina,
tu espalda a la respiración
para que no distingas mis pulmones de tus senos,
las areolas de los botones,
el bien del sur,
el norte del mal,
los confundas
y sientas como piedras los cartílagos,
oigas mi pulso cabalgar tus canillas
palpes mi sofocación en tu holograma
paladees el siglo XV con las manos
y yo me ruborice en tus mejillas
cierre mis párpados en la convocación
a tus demonios
y empiece a trasudar un musgo ciego
en tus retoños recientemente blandos
y a sacudir un río
y a hundirme en tus navajas
y a desollarte con un tigre sorprendido
hasta prender palmo a palmo en la escampada
los imperios procaces de mi nerviosa hombría
balbuceando incoherencias y aliteraciones
ante el cárcamo olímpico del clítoris.
¿Recuerdas aquella noche?
¿Recuerdas que dejó de llover
y no nos dimos cuenta?
Hoy puedo devolverte, hermosa mía,
si me lo permites,
el favor.
Tú dices dónde.
Tú dices cuándo.
Yo sólo puedo decirte el cómo.
Pero dímelo ya, amiga memoriosa,
porque la lluvia arrecia
y estoy temblando a mares, sudo sapos,
olvidé la sombrilla
y la noche está sola
en este infierno de agua.


                  *

POR QUÉ SI NO TE AMO

           
     (canción para ser cantada con voz muy fea)

Por qué si no te amo
esta ilusión de sólo imaginarme
que la vida nos junta en un abrazo
que sea como la tarde
de un verano.

Por qué si no te extraño
este dolor el día que no te veo,
esta ingrata tristeza de mi llanto
cuando de noche siento
que te hablo.

(coro)

Por qué si no te quiero
este pensar en ti tan infinito
y este hablarte en cada pensamiento
contra todo sentido
y en cada momento.

Por qué si no te amo
lates en mí acompasadamente,
vives en mí y estoy apasionado
y me mira la gente
bien enamorado.

Por qué si no te adoro
esta emoción me lleva al paraíso
y el corazón me salta con un soplo
cuando sueño contigo
y tiemblo todo.

                 (coro)

Por qué si no te quiero
este pensar en ti tan infinito
y este hablarte en cada pensamiento
contra todo sentido
y en cada momento.


               *

Thursday, November 08, 2018

MIS MUERTOS


No me pueden los años que he vivido
ni los días o segundos que alguna vez sufrí.
Del blanco dolor se ha levantado un roble
que alienta entre sus ramas la vida como un goce.
Supe a buen tiempo quitarme las cadenas
que las costumbres quisieron imponer
sobre el dogma racional que preferí.
No he sido bueno pero tampoco un malo,
hubiese hecho reír al confesor con mis pecados
y duerme mi conciencia como un panda
soñando que los sueños son ron para dormir.
No me pueden los años que he vivido.
No me cansan las horas en que barro.
No me aturde el tambor de los recuerdos.
No hay cansancios aún, ni reumas ni venganza
ni la burla de después arrepentirse.
No cuento dinero pero tampoco deudas.
No me pueden los años que he vivido,
no, no me pueden, no me pueden.
Sólo me duelen, cuando la crápula nostalgia
mis vigilias acecha, los entierros.
Sólo me duelen ¡cuánto me duelen! mis muertos,
los muertos que puntuales se van acumulando
como un costal de trigo que se desparrama
sobre la tierra infértil, pedregosa.
Sólo me pueden mis muertos de ojos tristes
porque todos los días quisiera verlos.
Sólo me duelen mis hermosos muertos
porque sin dudas entendí que los amaba
y porque los extraño insospechadamente,
inevitablemente.
No me pueden los años que he vivido,
no, no me pueden, no me pueden.
Me duelen mis muertos,
mis santos muertos callados y pacíficos,
me duelen mis muertos, y me duelen mucho,
todos mis muertos, todos,
los de ojos grandes que están muertos de pie:
Nervo, Ramón, Octavio, Neruda,
Gabriel y tantos otros,
y los que están como dormidos:
mis padres, mis abuelos,
las tías y los amigos,
y que siento un poco tristes
porque también me extrañan y me quieren ver.


*

Wednesday, November 07, 2018

EL SOL


                     Rojo y blanco
                el Sol camina lento
                     y trasnochado


                                                            *

Wednesday, October 31, 2018

POR SIEMPRE


Ni el Big Bang de mala digestión
ni el alto Sol con vómito de ámbar
ni el huracán
ni el ácido muriático
ni el húmedo tsunami
ni la bomba que fundió a Hiroshima
ni la muerte ni Dios
ni todos juntos
tienen poder para acabar con todo.

Nada, nadie es tan poderoso y grande
para la destrucción absoluta.

De la guerra o la peste o de la plaga,
de la trituración de dientes o molinos,
los incendios,
terremotos,
de la impune matazón de los dioses,
sin importar el hilo de la espada
ni la ley de la hoguera
ni los watts del infierno
o el ADN del virus,
la legitimidad del decreto,
de todos los poderes y desgracias
algo queda después como un efecto
aunque sea molido o en cachitos,
irreconocible,
sangrante, cansado, nauseabundo.

Por eso, amada mía,
es inútil tu empeño en terminar con todo,
es imposible el olvido que borre
cualquier rastro, cualquier evocación.
Del amor que un día sus frutos dio
y una magnolia en el mar hizo crecer
hasta alcanzar los patios de la Luna,
del amor que hubo y ya no hay
entre tú y yo;
del amor que levantó una selva
sobre los blancos penachos del desierto,
algo pervivirá,
y después,
como agua que nace de las rocas
más allá del recuerdo y de los siglos
alcanzará una isla en el espacio
donde el tiempo se comprime en un segundo
atrapado en el tenaz presente.
Entonces, sólo entonces,
entenderás que aquel amor
que se cuajó en un día,
en un alegre día que ya no es,
está construido para existir por siempre.
Y al haber un día que en el ayer vivió
aquel amor no se va con el día:
se quedará como se quedaría
una hoja de orégano en su rama
cultivada por Dios en el Edén.


*

Monday, October 15, 2018

LA NUEVA PALABRA


He de bajar al mar como se sube al día
oteando por un hueco las máculas de luz
que de la noche migran la negra nigromancia.
He de bajar al mar como la piedra rueda
en las crecidas de los evanescentes ríos,
rodando y flotando, hasta ablandarse
y hacerse un ovillo que no se detiene.
He de bajar al mar desde la altiplanicie
donde el águila chila y monda el cielo,
los tálamos del mundo anidan las montañas
y el aire entronizado platica con el musgo.
He de bajar al mar, y allí, sobre la arena
con el océano a cuestas de mis abiertos ojos
y el ir y venir de las antepasadas olas,
tendré tiempo para pensar y repensar, bastante tiempo para escribir y corregir,
y entonces, al fin, por fin entonces,
el mar revelará sus misterios abisales y sonará en el mundo una nueva palabra.




                                   *

Monday, October 01, 2018

ARREPENTIMIENTO


Lejos de mí, hermético a la especie,
hecho una clara vocación de noche
que siempre persigue al incesante día
como las golondrinas van al equinoccio,
ausente y páramo de mí, ruina en un árbol
que no se recompone en su silencio;
lejos de mí, tan lejos, tan tercamente lejos
esta oración escucho llegar a mis pupilas
como un himno que enciende la alborada
destilando tristeza por el timbre.
No me duele la soledad reproducida.
No me mueve la gota de dolor en un altar
pues cada quien levanta lo que siembra
y no soy Dios para preñar las rosas
ni la vida nos manda sólo bienes.
Lo que sí me perturba y hace mella
es este corazón que late y regurgita;
lo que sí me conmueve y me doblega
como el mar se desborda por el cielo,
es esta triste condición de mi conciencia,
este frecuente desprecio por vivirme,
por abrazarme con mis propios brazos,
esta pérfida costumbre de olvidar,
de no ver lo que somos y lo que seremos,
de vilipendiarte y salir desde nosotros
y de darnos la espalda y ofenderme
y de más pronto que tarde arrepentirnos.
Lejos de mí, tan lejos, tan tercamente lejos,
soy un árbol en ruinas y un ausente
que el páramo azuza a los infiernos.


                               *

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Monday, May 16, 2011

QUÉDATE ASÍ


                              Mujer de mi consciente sueño,
               quédate así, inmóvil para siempre
                       en este segundo en que te admiro.
La tierra es negra y fría y alumbras como el fuego.
                                  Quédate así, así,
    como una estatua de mármol helénico
    o como posas en el ancla terrestre
                                          de una fotografía.
         Quédate así, alta y entallada y sin arrugas,
más hermosa que Tonantzintla o Dresden o Madrid
     o que un aria de Puccini
                frente a las olas sincopadas
                               del Océano Pacífico.
                      Quédate así, con ese rostro
             memorable y fresco
         que sólo Modigliani y San Juan Diego
                                    lograron inventar.
                           Con ese ágil y danzante cuerpo
                  que recuerda inevitablemente
                              la esbeltez de los volcanes
                 que enamoran a México
      y las ondulaciones litúrgicas de la costa caribe
                            en un país extranjero.
                      Quédate así, amada mía,
                                quédate así.
                           Que no te cambie el tiempo.
             Que nunca más los años te transformen
         ni Darwin ni Comte ni el río de Heráclito.
Que seas la flecha en el sólido aire de Parménides.
                   Bella y sana y joven recordarte quiero
                                            con las uñas pintadas
              y en un anuncio de televisión el pelo
                                           y los tacones altos
                         y el plano vientre al descubierto,
                             así, así,
             en esas blusas bicéfalas e hipnóticas
                     y en los vestidos cortos y ligeros
Semíramis, Cleopatra, Beatriz, Brigitte y Dulcinea:
             con sus nombres se amasija el yeso
        de tu existencia intacta,
                                      siempre tú,
                                     mujer niña,
                       mujer barro, caña, casa, urna
             mujer ubre
                     mujer carne, carne, carne
             mineral que salva los puentes de mi sexo.
                                 Y si acaso no es posible
                                    que la sorda existencia
     pueda concederme el oro inoxidable de tu estro
             pido morir pronto,
                            exijo morir ya
para no ser testigo de ninguna crueldad sobre tu cara
                  ni de la guerra sucia hacia tu cuerpo.
                                   Para que tu perfecta imagen
       que me hizo insomne y adorarte y ver a Dios
   perdure inmaculada en los siglos eternos
             de este instante
                     en que todos los hombres te miramos
                         y a cada uno y todos juntos,
                 pasados, actuales, venideros,
                     desde el árbol genitivo
                         de lo Bello,
                del Amor
                             y el Deseo,
                                 tú nos ves.


                                            *

ODA A LA FLOJERA


                    Por sobre la almohada y bajo el cobertor
                        entra una luz que anuncia la mañana.
          Sin enfermedad de por medio ni buenas razones
             he tomado esta determinación:
                     Hoy, todo el día, no me levantaré.
Quiero estar como un oso
    en la caverna de su hibernación.
                      Quiero ser el vagabundo
                            que sujete el tiempo a su cadena
           como un posmoderno e inútil Prometeo.
        Voy a patear el reloj
                                                 y las responsabilidades,
    voy a ser prehistórico,
                                                    voy a estar en cuarentena,
                     ajeno a las noticias y a los guiños del Sol.
        Quiero ser para mí y estar en mí,
                                                               en mí mismo,
           enroscado y como dueño,
justo como desde hace tanto no lo he sido.
           Nada más.
                 Nada más.
                                                           No pido mucho.
             Voy a disfrutarme sin ninguna ocupación
intelectual o física,
                   sentirme,
                             pulsarme
              y oír
                           y dejar oír
            y lavar el río, las ollas de la náusea, la fatiga
y las quejas constipadas de todos estos años.
          Este día, todo el día, me abrazaré a mí mismo
y me daré palabras de amor y de consuelo,
              me diré sí, sí a todo, no me contradiré
                    en esta cuna que mecen las respiraciones,
       me repetiré mira lo que tienes y palpa lo que has hecho,
                                       más de lo que mereces,
                    más de lo que mintieron los horóscopos
y peor aún: mucho más de lo que necesitas.
          Nada ni nadie me hará cambiar de posición.
           Sólo este cosquilleo agradable, tan agradable.
Por lo tanto, desde mi pacífico sitial
           anuncio al universo
        que he cancelado mentalmente todo compromiso
en la calle y la oficina.
                     Nadie me dirá hacia dónde caminar
                                             ni qué responder
                             o cómo negociar.
            Piensen que he desinventado los teléfonos
                   y las preocupaciones,
             que tengo un aneurisma de filosofía,
   un ataque masivo de pasividad
y el auto se ha convertido en calabaza,
             todo junto,
                    no insistan,
                  no recibiré llamada alguna
                         ni me harán peinarme ni vestirme
               ni abrocharme los zapatos,
            así se incendie el mundo o lluevan dulces.
    Si acaso, daré respuesta a los requerimientos
           del cuerpo
                      siempre que sean atendibles
                                      bajo mis condiciones.
                        Este día, todo el día, es sólo para mí,
                     y por ello no tengo pasado ni futuro
            que me atosiguen con engaños.
                     No estaré para nadie,
     no haré nada, absolutamente nada,
                 ninguna emergencia acabará mi postración.
            Y si acaso el día de hoy se muere un buen amigo
                hasta mañana lo despediré,
             y si lo entierran hoy mañana lo recordaré frente a su tumba.
           Si esa hermosa vecina
                me pide otra taza de azúcar
  ni siquiera le contestaré que mañana, hasta mañana,
        amiga mía,
         ya con toda la azucarera a tu disposición.
       Si hoy nos invaden los vikingos o los venusinos
    tendrán que esperar a que mañana (no sé la hora)
                    los reciba en el quicio de la puerta
                           o abra una ventana para disparar,
                     no sé y no importa,
no quiero pensar.
                                   Si hoy
                   me llama a juicio el memorioso Dios
                        simplemente no le responderé
                  aunque se desgañite y ponga ronco
              y se le traben los dientes de coraje,
                   porque hoy, todo este día,
                 simplemente no haré nada, nada, nada
                       ni estaré para nadie,
    seré un muerto más en el panteón de nuestros siglos
y cero a la izquierda
      de quienes viven la libertad sin aspavientos.
                 Estaré solo en mí.
                        Me sentiré sólo de mí.
                                    Me daré a mí
         con un amor y un ego incontinentes, santos,
       en esta inmensa pereza que me ha convencido
             a plenitud
                y que me hace vivir y sentir y ser feliz
    como una silla en medio de la sala.
Hoy, este día,
        este grato y complaciente jueves,
                  recuperaré mi libertad en absoluto
            y ya mañana escribiré mi deseo,
                                    este poema en prosa aflojerada,
                  firmaré mi renuncia
               y atenderé los funerales del amigo
                                 o los reclamos de la bella
                                    o la salud de la Patria
                             o la sentencia de Dios el Memorioso
                                       o lo que sea,
                      porque hoy,
                  este jueves,
ni siquiera pienso en el vicio de pensar,
               pues el pensamiento
                   es la sutil esclavitud de los pedantes.
Mañana, mañana.
         Hasta mañana proseguiré, óiganlo todos
¡lo anunció con fanfarrias!,
                     la infame costumbre de morir.
Hoy
soy
yo
y
no
doy
yo.


                                            *

Monday, December 14, 2009

TABÚ


Sólo hay una frase capaz de dividirnos.


Del amplio repertorio de vocablos
en todas sus combinaciones posibles
hay una opción
que lleva la magia antipatética
de distanciarnos.
Puedes decirme en una misiva
o cara a cara o por la radio
o en un espectacular a plena luz
o por correo electrónico
o simplemente por telepatía
casi cualquier cosa,
lo que a tu mente llegue
o en tu corazón se anude día con día.
Menos esa frase terrible
que tiene el poder
de separar para siempre nuestras vidas.
Puedes decirme, por ejemplo,
que soy muy feo y estoy casi acabado

y huelo mal
o que no alcanzo la estatura mínima
ni he juntado dinero suficiente.
Puedes decirme vicioso incorregible,
lacra del albañal,
muy poco hombre,
caso perdido
.
Puedes decirme que preferirías
ir al infierno
antes que pasear conmigo hasta la esquina.
También puedes informarme

algo severo y triste,
verbigracia, que es imposible que me quieras.
Nada de ti me alejaría,
nada, nada
aunque ese veneno lo sirvieras con lástima
o en una taza demasiado grande.
Entenderé, lo sé muy bien, que estás de mal humor, que tienes derecho a ventilar tus verdades
y que ellas no necesariamente

coinciden con las mías.
Todo lo he asimilado, todo:
estoy seguro que ser feo y algo viejo,
que oler los viernes a zorrillo,
que no alcanzar cierta estatura
y que seguir siendo un pobre diablo
son concepciones relativas,

un poco metafísicas,
y también sé que hay miles de trucos

para salir de ellas;
comprendo que el vicio del amor es incurable,
mas en última instancia

puede alcanzar perdón
una de tantas navidades;
acepto que visitar el infierno
puede ser más divertido

que recorrer las calles;
también reconozco que tal vez Virgo y Acuario
no nos vaticinen el amor,
pero uno puede sumar cómodamente

amor por dos
aunque resulte un bulto exagerado.
Nada de todo eso y mucho más

desunirnos podría,
aunque lo dijeras firmando ante notario
o poniendo a Dios como testigo.
Sólo una frase de todas las posibles,
únicamente una pócima de duras palabras
tiene la fuerza gris de destruirnos,
descoyuntándonos con un hachazo
para nunca jamás vernos la frente
ni pensar las estrellas en las noches del otro.
Y esa frase, amada mía,
no la puedo decir ni escribir ni pronunciar
ni siquiera pensar,
pues si lo hiciera, amor, amor, amor,
nuestro mundo se sacudiría
como árbol mayo bajo el hacha
para empezar a secarnos y a ponernos cenizos y a deshilacharnos
en un alejamiento irreversible.


Sólo hay una frase capaz de dividirnos.


*

Tuesday, November 24, 2009

SI MILAGROSO EL DÍA


Contigo es imposible que la noche exista.
Si milagroso el día se enhebra en mil candelas
que descubren un árbol transparente
por donde reptan los higos del color,
la salamandra múltiple
y la escalera helicoidal de las auroras;
si milagroso el día desprende los átomos calientes,
las fragancias que turban a los ojos,
las orquídeas de nubes y crepúsculos
hasta pulir un pedernal de sombras
como un péndulo;
si milagroso el día

se levanta amarillo de su tumba
y viene hacia nosotros desparramando el trigo;
si milagroso el día nos canta a cada instante
en los talleres o en los traslúcidos jardines
o mientras desandamos por las calles
la partitura genital de jacarandas;
si milagroso llega como reloj puntual a cada objeto,
iluminándolo con nombre, un brillo y una forma,
contigo no es posible que sea negra la noche.
Y una noche con luz todo será,
menos la noche.
Tú tienes, mujer, más claridad que las almendras,
alumbras como antorcha encallada en petróleo,
ardes como un pecado irredimible y vivo,
y el Sol se esconde ante tu brillantez,
encandilado.
Mujer incandescente, plata de perlas,
mujer de mis insomnios anclados a un farol:
tú haces que las noches no existan para mí.



*